A menudo hay algo que enciende un fuego interior para aquellos que se convierten en Olímpicos; una fuerza que les da determinación para superar todas las barreras físicas y mentales con el objetivo de lograr sus metas deportivas. En el caso de Pappas, la llama de ese fuego se avivó con la tragedia. La madre de Pappas batalló con una enfermedad mental, lo que le hacía pasar mucho tiempo fuera de casa y lejos de sus hijos, ya que estuvo recluída en un centro mental. Cuando estaba en casa, atender sus necesidades requería tanto tiempo y esfuerzo que la joven Pappas se sentía de algún modo invisible. Y cuando su madre se quitó la vida cuando Pappas tenía cuatro años, el trauma que le causó le impulsó a quien sería una atleta Olímpica a creer que la razón detrás de ello era que ella no importaba lo suficiente.
La necesidad de importar le dio a Pappas la determinación de luchar por sus sueños. Pero, más tarde, se dio cuenta de que construir sus sueños sobre cosas externas, fuera de sí misma, tenía consecuencias desastrosas cuando te las quitan. "Creo que muchos deportistas Olímpicos pueden identificarse con ese sentimiento de sentirse impulsados por algo que está dentro de ellos, ya sea un trauma o un deseo", expresa Pappas. "Y eso es algo muy poderoso, pero también muy insostenible cuando encuentras tu impulso en algo que exige que persigamos logros externos. Yo llegué allí, a los Juegos, y eso cambió mi vida. Y me encantó. Pero cuando llegué ahí pensé que tendría la sensación de estar completa, realizada. Amé aquel momento y me cambió la vida, pero realmente me di cuenta de que necesitaba sentir que importaba simplemente porque existía, no por perseguir estos logros externos para solucionar lo que era un desafío o un problema interno", prosigue.
La determinación de Pappas se hizo evidente durante muchos periodos de su desarrollo, pero quizás uno de los ejemplos más grandes se dio durante su camino hasta llegar a los Juegos. Sin el dinero necesario para afrontar un entrenamiento a tiempo completo, Pappas -que acababa de graduarse- salió a buscar los patrocinadores que necesitaba. Y no fueron precisamente las marcas de zapatillas o de ropa en las que suelen confiar los deportistas. Los patrocinadores que tenía son los que le permitieron sobrevivir. "Tenía patrocinadores de empresas de cárnicos, pescado, veganas, panaderas y una de café. Todo era solo comida, pero eran las herramientas que necesitaba".
Como atleta, estrella de cine y mujer, Pappas ha tenido que lidiar con prejuicios de cualquier tipo durante su carrera. Un ejemplo de ello es que, durante sus años de adolescencia, tuvo que dejar de correr durante un tiempo porque sus entrenadores no le dejaban practicar más de un deporte en el colegio. Esta era una norma que solo afectaba a las chicas. Irónicamente, dejar el atletismo le permitió a Pappas vivir algo que generalmente las jóvenes atletas se pierden: la oportunidad de madurar y permitir a sus cuerpos desarrollarse de una manera natural: "Podemos tener la mente tan cerrada en buscar la excelencia que nos olvidamos de la longevidad, la salud y nuestro desarrollo", explica.
Más adelante, en una de las primeras críticas en su debut en el cine con Tracktown, se describió su cuerpo como "afilado, duro y angular". La presencia física de una atleta Olímpica hizo que el escritor se sintiera incómodo al compararla con las normas de Hollywood que estaba acostumbrado a encontrar en la pantalla. Pero nada de esto detuvo a Pappas. Se graduó en la Universidad con cum laude, compitió en los Juegos de Río 2016 y escribió y protagonizó no una, sino dos películas en Hollywood. Desde afuera, su vida era un éxito tras otro.
Lo que empezó con la decisión de continuar entrenando cuando su cuerpo aún estaba roto, se convirtió en una desastrosa combinación de insomnio, lesiones, malas decisiones en los negocios y depresión. Río 2016 fue la culminación del sueño de Pappas, que nutrió desde su infancia y que definía por qué ella importaba en el mundo. Pero la salvación de Pappas llegó cuando su padre y su hermano le imploraron pedir ayuda. Finalmente, encontró a un terapeuta cognitivo conductal que le explicó que estaba enferma y que estaba pasando por un momento de "crisis aguda". Como las enfermedades físicas, la enfermedad mental llevaba tiempo de recuperación.
"Al contrario que mi madre, dejé entrar a las personas. Decidí compartir qué me pasa por la cabeza, y así no estoy nunca sola con mi tormento. Combatí y gané a mi depresión post-Juegos Olímpicos porque compartí mis sentimientos con mi padre, y, finalmente, con un doctor muy bueno. No estaba sola en mi tormento, y es por eso por lo que estoy aquí hoy", reflexiona Alexi Pappas en Bravey.
Con Tokio 2020 a menos de seis meses, la talentosa atleta está buscando vivir otro sueño Olímpico en Japón, tan pronto como encuentre el evento indicado: "Estoy probando el maratón, que es un evento genial, y es en el que estoy intentando destacar. Espero poder hacerlo en Tokio", dice Pappas, que compitió por Grecia en los 10.000 m en Río 2016. "Tengo todas mis esperanzas puestas en que el mundo está haciendo todo lo que necesita para estar seguros, y creo que los próximos Juegos serán un momento de mucha esperanza para el mundo". Mientras Tokio representa un nuevo capítulo en su historia, ella tiene las herramientas, la experiencia y el apoyo para lidiar con todo lo que se le presente en la vida cuando se baje el telón de los Juegos Olímpicos de este año: "Creo que todos somos la suma de los que hacemos, y solo quiero seguir construyendo mi castillo de arena y ver qué conchas marinas puedo encontrar. Y simplemente, seguir haciéndolo".
Fuente y medios: Tokyo2020
